Testigo: «Fui contactado por Luis Navarrete Santillán, regidor de Lima, más o menos en agosto del año pasado. La cita fue en su casa. Cuando llegué había unas 15 personas. Navarrete nos ofreció 500 soles por un lapso de 25 días y nos pidió que llenáramos 10 millares de listas para la inscripción del movimiento Perú 2000«, relata Pedro Fuenmayor (*), testigo clave en el escándalo de fraude electoral destapado por el diario El Comercio y que tiene contra las cuerdas al presidente peruano, Alberto Fujimori.
Falsificar firmas no era tarea fácil dice Pedro , teníamos que practicar una media hora antes de comenzar a llenar las cinco hojas que nos daban en promedio por persona. La jornada era de ocho horas diarias .
La segunda vez que nos llamaron, la reunión se organizó en un edificio ubicado en la calle Ricardo Palma, en Bellavista, a 200 metros de la notaría Medelius que pertenece al congresista oficialista Oscar Medelius Rodríguez.
Fue allí donde se desarrolló la mayor parte de la falsificación, duró cerca de un mes y en ella participaron unas 450 personas (en distintos grupos). El trabajo lo terminamos a mediados de septiembre .
Según el testigo, los contratados ocuparon tres de los cinco pisos del edificio. La supervisión y la seguridad del trabajo en ese sitio estaban a cargo de tres hombres apodados Jaque , Chino y Lobo , quienes de acuerdo con las investigaciones de El Comercio trabajaban para la notaría.
El modus operandi
Pedro relató que diariamente les entregaban copias de las planillas de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (Onpe) de las elecciones municipales de 1998, en las que figuraban los nombres, apellidos, números de libretas electorales, firmas y huellas digitales de los votantes en esos comicios. Pero que también se incluyeron nombres de militares: más de 3.000 aparecen inscritos.
Su trabajo consistía en copiar los datos de esas personas en la lista de adherentes de la agrupación Perú 2000 y luego falsificar sus firmas. La labor se hacía en 15 mesas repartidas en los tres pisos del edificio. En cada una de ellas se colocaban diez personas que hacían en promedio 300 firmas diarias. Para ellos se les entregaban unos 50 lapiceros de diferente color y marca (para no despertar sospechas), algodón y alcohol.
Cuando terminamos el trabajo, nos advirtieron que no podíamos contarle nada a nadie. Y nos dijeron que era por nuestra propia seguridad , comenta Pedro.
Cinco días después, el 9 de diciembre, Perú 2000, el partido del presidente Fujimori, se inscribió ante el Jurado Nacional de Elecciones abriendo el camino para una segunda reelección del mandatario en los comicios del próximo 9 de abril.
Cadena de denuncias
Las denuncias de El Comercio y el testimonio de Pedro, recogido por la Defensoría del Pueblo, se suman a la larga lista de quejas presentadas por organismos internacionales, como el Centro Fundación Carter y National Democratic Institute (NDI), que acusan al presidente Fujimori de no brindar suficientes garantías democráticas a sus oponentes y de utilizar su posición para intentar perpetuarse en el poder.
La polvareda desatada por estos centros aumentó con los señalamientos de la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), con sede en Francia, que semanas atrás cuestionó el desequilibrio de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial en el Perú y dijo que esta situación era reforzada por una fuerte relación entre el presidente, el Servicio de Inteligencia y la cúpula militar . A lo que se suman múltiples denuncias de la oposición, como la entrega de terrenos a personas humildes por parte del Presidente, en lo que han calificado como una maniobra claramente electoral.
Ante estas acusaciones sobre la falsificación de firmas, Fujimori respondió: esto no es de ahora, es desde el año 90. Todos los partidos lo han hecho .
(*) Nombre ficticio para proteger al testigo.